Argumentos hay de sobra para sustentar con solidez la necesidad de promover el emprendimiento. Las sociedades a lo largo de la historia han privilegiado ciertos conocimientos y practicas necesarias para su supervivencia, las cuales, con el normal devenir del tiempo, se vuelven obsoletas porque entran en escena otras tecnologías que requieren de nuevas competencias. Alvin Toffler, habla de tres grandes periodos que él denomina OLAS. En la primera de ellas, se produce la revolución agrícola, en la segunda, la revolución industrial y en la tercera la sociedad post-industrial. El paso de una Ola a la siguiente produjo grandes cambios sociales, culturales y económicos que dejaron perdedores y ganadores. Justamente estamos atravesando por la tercera ola, y como antaño, dejará muchos rezagados, pero también aventajados. La pregunta es ¿En cual grupo nos queremos quedar?
En la misma línea de Toffler, al respecto, Miguel De Zubiria, padre de la Pedagogía Conceptual señala que “durante dos mil cuatrocientos noventa y ocho generaciones (…) cada comunidad desarrolló el talento de cada quien. Si era un pueblo guerrero, seleccionó el talento guerrero; si era un pueblo agricultor, el talento agrícola; si era un pueblo religioso, el talento religioso; si era una sociedad industrial, la inteligencia académica. La sociedad postindustrial selecciona el talento y la creatividad” En otras palabras, selecciona a los emprendedores. De modo que “la sociedad actual requiere talentos creativos, empresarios, lideres. Ya nunca más buenos estudiantes “inteligentes” y con buena memoria, propios de la sociedad industrial.
Ser profesional hoy en día ya no es prenda de garantía para tener mejores ingresos, y por tanto una mejor calidad de vida. De hecho, a medida que pasa el tiempo se va reduciendo la brecha salarial entre trabajadores profesionales y bachilleres. De acuerdo con el estudio “Los profesionales colombianos en el siglo XXI, ¿más estudian, más ganan?”, hacia el 2002 los trabajadores con educación universitaria ganaban 3,2 veces lo que recibían trabajadores hasta con educación secundaria. Desde entonces, esa relación ha caído a 2,6 veces.”
Hay dos opciones entonces igualmente validas y respetables. Por un lado, decidir ser un empleado por el resto de la vida y de paso quedarse sentado esperando una pensión que nunca va a llegar. Rogar para que cada año el aumento de sueldo sea decente, de lo contrario, salir a las calles a marchar y protestar contra la “avaricia” de los empresarios que se niegan a compartir su riqueza. Y por otro, sentarse del otro lado de la mesa, convertirse en un aguerrido emprendedor, justo, con conciencia social, que sabe leer su época, que interpreta las necesidades de su tiempo, que sabe que las reglas han cambiado, que tiene a la mano todas las posibilidades de emprender y sobre todo, que esta convencido de la generosa recompensa para si mismo, su familia y la sociedad, producto de su esfuerzo y dedicación.
No es tarea fácil de emprender, tampoco se convierte uno en un emprendedor de la noche a la mañana. Es un proceso que requiere pasión, dedicación, entusiasmo, tolerancia a la frustración, aguante, mucha fortaleza y lo mas importante de todo FE, creer en si mismo, en sus capacidades, en sus sueños, jamás debe perder las esperanzas, en fin, ha de seguir adelante con tesón y convicción.
Entonces…¿Qué camino escogemos?
Si, jovenes . el Emprendimiento cada vez mas ayuda a mejorar la calidad de vida de las personas, desarrollando la creatividad y la motivaciòn de avanzar cada día màs en esta sociedad, que no es tan grata que digamos. Pero empecemos por nosotros mismos
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